Egide Van Broeckhoven era un jesuita belga que murió a los treinta y cuatro años, aplastado por unas planchas de acero en la fábrica donde trabajaba. Durante un periodo de diez años fue anotando comentarios espirituales sobre su día a día.
El Diario de la Amistad es una selección de esas anotaciones, un libro místico que explica una búsqueda de Dios.
Egide cree que la amistad es el núcleo dónde encontrará lo que busca: << El apostolado consiste únicamente en la amistad más profunda; ésta es la mensajera del amor del cielo en donde seremos los unos para los otros el amanecer de toda la intimidad del amor divino.. >>
Se hace obrero para estar cerca de los más pobres y necesitados. Está convencido de que es allí dónde Dios quiere que esté y poco a poco descubre en esta búsqueda diaria los misterios de la amistad. El trabajo, duro hasta el extremo, le acerca más a sus compañeros (recelosos al principio de tener un cura entre ellos).
Encuentra en el Otro, el lugar dónde Dios se hace presente, como si la amistad entre dos personas fuera un camino de conexión entre ellas y, en medio de este camino, Dios se reuniera con ellas. Para Van Broeckhoven la amistad tiene un valor sacramental importantísimo.
Cualquier situación es una oportunidad para encontrar a Dios en la amistad. Según Egide, es necesario un cambio de visión, la amistad debe pasar a ser algo más sagrado, místico e íntimo, un lugar donde encontrar lo que todos buscamos.
En una palabra: delicioso. (aunque malas noticias, no se encuentra disponible en librerías, está descatalogado)