No deja de sorprenderme lo diferentes y especiales que somos cada uno de nosotros. Me maravilla la mente humana. Descubrir cómo hay personas con una capacidad sorprendente para ver la vida de manera diferente, de sacar otro provecho a cada instante, de ver la belleza donde otros somos incapaces de ver otra cosa que no sea lo cotidiano y ordinario. Cómo lo normal se puede convertir en lo bello, en el instante perfecto, en el momento que merece la pena enmarcar, recordar, congelar.
Descubrí una de esas personas especiales en el artículo de El País (20/2/2010), Miroslav Tichý (Robinsón Fotógrafo). Es un artículo escrito por Antonio Muñoz Molina y eso también se nota.
Parece la historia que oímos continuamente. Artista con una sensibilidad especial y una vida muy complicada. En este caso influye la segunda guerra mundial, el acoso político y, sobretodo, el trastorno mental. Sin embargo, un resquicio le hace continuar siendo especial. Su sensibilidad para “intuir” la belleza. Vive para encontrarla, para guardarla para siempre en su arte, la fotografía. Todo lo almacena en una casa que es una “chabola”, porque para él ni eso tiene importancia.
Su cámara y todo el material que necesita para trabajar se lo fabrica con lo que encuentra en la calle. Sólo tenemos que ver la foto que he encontrado en Internet de su primera cámara fotográfica.
Las fotografías, a veces manchadas y borrosas, son de mujeres y acaban de ser rescatadas y puestas en exposición en Nueva York.
Cómo verá el mundo, sólo él lo sabe.
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